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ZIKA


Samba, Zika y Rock & Roll


“El virus zika es un nuevo método de control de la población y eugenesia orquestada por las grandes cúpulas empresariales”. Este tipo de aseveraciones y otras más radicales (aunque sea difícil de creer) se pueden encontrar en numerosos videos de YouTube y páginas dedicadas a diversas teorías de conspiración, entre las que abundan palabras como Illuminati, Reptiliano, Nuevo Orden Mundial, OVNI y similares, a veces todas juntas. Pero ¿realmente hay pruebas de que la reciente alerta sobre el zika se trate de una conspiración? ¿Es el zika la gran amenaza para la humanidad que nos han vendido en los medios de comunicación? ¿Es este pequeño paquete de material genético culpable de algo más que de querer darle a su progenie una vida decente y honrada dentro de nuestros cuerpos?


La importancia de no nacer importante.


Para comenzar, hay que hablar de los orígenes de este pequeño luchador. Todo empezó en el año de 1947 en Uganda, cuando un grupo de científicos al hacer una investigación sobre la fiebre amarilla, descubrió el virus zika en un grupo de monos Rhesus; cabe mencionar que estos simios han tenido una larga relación de amor y odio con la humanidad por su papel en el descubrimiento de factor RH y, más recientemente, en los brotes de SIDA y ébola. Ya descubierto el nuevo virus, se decidió bautizarlo con el nombre de zika puesto que se descubrió en los bosques de Zika, demostrando una vez más el por qué no se debe dejar a los microbiólogos bautizar a ningún niño.


Se esperaría que al hacer su debut, este virus generaría grandes epidemias y crisis mundiales pero en realidad ocurrió todo lo contrario. Con excepción de algunos brotes en Uganda y Tanzania parecía que el zika no era capaz de salir de su pequeño remanso de tranquilidad en la selva africana. Pero en el año 2007 (al puro estilo del décimo encuentro de Onda Vaselina), el mundo volvió a escuchar de esta estrella olvidada, cuando se reportó un brote de virus zika en Micronesia, en 2013 en la Polinesia Francesa y finalmente acercándose al cono sur en 2014 en la Isla de Pascua


Pero la verdadera emoción iniciaría en el año 2015 en Brasil, al confirmarse un brote epidémico del virus zika. Pero, ¿por qué Brasil? ¿Acaso Cristo preparaba una versión zombie de Ciudad de Dios1? Lo cierto es que no se sabe a ciencia cierta cómo es que llegó allí. Las principales teorías perfilan como culpables a los turistas que asistieron a la copa mundial de fútbol o al mundial de canotaje en 2014 y por último a la visita del papa francisco en 2013 (reforzando la teoría de Ciudad de Dios Reloaded). Independientemente del origen de dicho brote, lo cierto es que su llegada provocó una gran alerta sanitaria a nivel mundial y una rápida propagación a través del continente americano.


La mano que mece la cuna.


A partir de aquí es donde comenzamos con los datos sospechosos. En 2014, el laboratorio Oxitec, financiado por la fundación Bill y Melinda Gates, liberó millones de mosquitos genéticamente modificados con la finalidad de combatir la propagación del dengue y la fiebre amarilla, pero como el mundo es chico y el destino es grande, dichos mosquitos resultaron ser de la especie aedes aegypti, especie que en menos de un año seria acusada de ser la transmisora del virus zika. Estos mosquitos estaban genéticamente modificados para que su descendencia no superara la etapa larval y así se redujera su población, lamentablemente (para los humanos, no para ellos) dicho efecto se anulaba ante la presencia de estreptomicina, un antibiótico ampliamente usado en el alimento del ganado de cría, por lo cual la liberación de estos mosquitos más que una defensa contra la propagación del virus terminó siendo el “copy-paste” involuntario más estúpido de la historia.


Por si esto no fuera suficiente, algún ocioso se puso a investigar y descubrió que el genoma del virus había sido supuestamente patentado por la familia Rockefeller e incluso este podía ser adquirido por internet a través de la farmacéutica LGC Standards, propiedad de dicha familia.


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  1. Película de Fernando Meirelles, 2002

En este momento cabe mencionar que tanto Bill Gates como la familia Rockefeller desde hace tiempo han sido relacionados con proyectos de reducción poblacional e incluso eugenesia, esto por su activo apoyo a campañas de control natal y vacunación en África y América Latina y en especifico Bill Gates, debido a su participación en 2010 en una conferencia "Ted Talk" en la Universidad de California durante la cual, al hablar sobre el cuidado del medio ambiente dijo lo siguiente: “En primer lugar tenemos la población. El mundo de hoy tiene 6.800 millones de personas. Y es probable que alcance los 9 mil millones. Ahora, si hacemos un buen trabajo con nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducirla tal vez, 10 o 15 por ciento”.


Otro pequeño detalle que se empezó a mencionar a raíz de los brotes en 2015, es que a pesar de que el virus zika llevaba más de 60 años de haber sido descubierto cuando inicio el brote en Brasil, no se conocía ningún tratamiento, además el inicio de la creación de una vacuna tardo algunos meses en empezar. Todo esto combinado con la aparición de casos de microcefalia en recién nacidos relacionados con el virus llevó a que varios gobiernos recomendaran a las mujeres no embarazarse durante un lapso no menor a dos años y reforzó aun más la hipótesis de que el virus estaba siendo utilizado como un método de control poblacional.


No a todos los males los combate James Bond.


Resulta difícil creer que alguien utilice enfermedades infecciosas para reducir algunas poblaciones en específico, pero ya ha sucedido. Nuestros vecinos del norte han utilizado estos métodos desde hace mucho tiempo. Ejemplo de esto son los brotes de viruela de 1763 y 1837, los cuales iniciaron después de que el ejército de Estados Unidos distribuyera mantas infectadas con este patógeno entre las poblaciones de nativos americanos en las que se habían suscitado levantamientos o inconformidad. El efecto de esta inoculación fue tal que tan solo en el brote de 1837 se calcula que más de cien mil nativos americanos murieron por esta enfermedad. Demostrando con esto, no solo que Donald Trump es un novato en lo que a guerra racial se refiere, en comparación con sus antepasados, sino que este tipo de proyectos de ingeniería social no son algo nuevo ni algo fuera de lo común.


Para este punto la mayoría ya estará imaginando a Bill Gates a punto de partir a James Bond por la mitad con algún tipo de laser mientras acaricia un gato, pero antes de caer en el error de ver al mundo como una película de Sean Connery, en la que todo lo malo es culpa de unos cuantos tipos malos que buscan hacer cosas malas por el simple hecho de la maldad de su alma, habría que analizar punto por punto cada una de las piezas de este juego de parchis bacteriológico.


Comencemos con los mosquitos mutantes. El uso de animales modificados genéticamente para controlar plagas no es nuevo, ejemplos de esto es el uso de moscas de la carne y catarinas esterilizadas con radiación para controlar plagas de otros insectos, también se ha propuesto el uso de tortugas ninja adolescentes mutantes para controlar los índices de delincuencia, aunque está última propuesta no se ha llevado a experimentación por riesgo a ser arruinada de nuevo por Michael Bay y por ser francamente estúpida.


El verdadero problema con los mosquitos usados en el año 2014 en Brasil no fue realmente de ellos sino de la industria ganadera, la cual desde hace décadas ha utilizado antibióticos combinados con la alimentación del ganado para reducir los costos de producción y acelerar el crecimiento, práctica que ha sido denunciada repetidas veces por aumentar la resistencia bacteriana a los antibióticos y volver cada vez más difícil el tratamiento de múltiples enfermedades. Por si esto no fuera suficiente, también se descubrió que gran parte de los antibióticos era desechado por el ganado a través de las heces y posteriormente pasaba al agua de ríos y lagos donde las larvas de los moquitos modificados entraban en contacto con él, lo cual les permitió continuar con su maduración, volviendo la liberación de los mosquitos transgénicos algo más inútil y vergonzoso que citar a tu tía la Yuya en tu tesis. Pero lo que cerró está parte de la teoría de la conspiración fue el descubrimiento de que el mosquito común “zancudo” también podía contagiar el virus, por lo cual con o sin el apoyo de la “legión extranjera” el virus se habría esparcido de la misma manera.


Otro aspecto es el de la propiedad y venta del virus. En la página de LGC Standard (http://www.lgcstandards-atcc.org/products/all/VR-84.aspx?geo_country=es#history), en la sección donde se puede comprar el virus aparece la leyenda “Name of Depositor: J. Casal. Rockefeller Foundation.” Esta situación llevó a muchos a creer que la familia Rockefeller tenía la propiedad del virus cuando en realidad la fundación de dicha familia fue quien patrocinó originalmente la exploración que descubrió el virus, lo cual no quiere decir que sean los únicos que pueden hacer uso de él. Aunque podría parecer sospechoso, la venta de virus y bacterias incluso de enfermedades altamente peligrosas, es una práctica normal, ya que estas son utilizadas tanto por laboratorios farmacéuticos como universidades para el desarrollo de nuevas vacunas y medicamentos. Así mismo en la página se menciona que el virus está a la venta tan solo para laboratorios con un nivel de seguridad 2, por lo que no cualquier tipo con un microscopio, tubos de ensayo, una bata vieja y malas intenciones puede adquirirlo, sin importar lo malévola que suene su risa en la regadera.


Seguramente algunos de nuestros lectores en estos momentos pasarán de odiar al villano genocida, a odiar al tipo que parece que escribe un artículo para defenderlo, pero no es necesario odiarme aún. Antes, es preciso analizar la forma en que han actuado las farmacéuticas ante el zika. En primer lugar hay que mencionar que el hecho de que no exista aún un tratamiento o vacuna contra el zika hay que abordarlo desde dos perspectivas. En primera, hay decir que el zika no es el gran peligro para la salud que nos han vendido, ya que en realidad el curso clínico de este dura en promedio entre dos y siete días y es totalmente asintomático en más del 80% de los infectados, causando secuelas graves en menos de una centésima parte de los pacientes sintomáticos, y aunque se ha relacionado su infección en embarazadas con casos de microcefalia en recién nacidos, no se ha demostrado esto en un 100%. Lo cual hace parecer que, aunque el virus del zika si tiene el potencial para convertirse en un problema de salud grave, el uso mediático que se le ha dado parece ser mas una herramienta de la tan gastada Doctrina del Shock.


La gran duda que queda en segundo lugar es ¿por qué no hay un tratamiento? Y la respuesta más rápida es: pues porque no existen tratamientos contra los virus. Así es, a diferencia de las bacterias, los virus no cuentan con un metabolismo propio por lo cual no existen tratamientos que los ataquen directamente, tan solo algunos tratamientos que ayudan al cuerpo a defenderse mejor, como es el caso de las vacunas. Entonces reformulemos la pregunta ¿por qué no hay vacuna? Y la respuesta es aún más simple: porque sale cara. La creación de una vacuna, desde su investigación hasta su producción masiva, tiene varias dificultades. En primera, no todos los patógenos son candidatos para producir una vacuna ya que algunos simplemente no presentan las características necesarias. En segundo lugar, el costo total de una vacuna suele ser de varios millones de dólares, por lo cual las farmacéuticas no invertirán recursos en crear una vacuna o un tratamiento para un virus que no esté ampliamente distribuido o en su defecto que no afecte a la población dispuesta a pagar por ésta. Un ejemplo de esto es el brote de influenza en 2009, en el cual la gran preocupación no fue el aumento de defunciones, sino su edad y estrato económico, ya que durante ese año se elevó rápidamente el número de personas jóvenes y de clase media que morían por el virus, cambiando la estadística normal en la cual la mayoría de las muertes por influenza solo eran niños y personas de la tercera edad de clase trabajadora, situación que aceleró la búsqueda de una vacuna.


Las víboras y las epidemias solo muerden a los descalzos.


Podríamos comparar al virus del zika con otras enfermedades de gran distribución en Latinoamérica para entender el modus operandi de la industria farmacéutica. Usemos como ejemplo la enfermedad de chagas. Se estima que hay aproximadamente 35 millones de infectados a nivel mundial por esta enfermedad, de los cuales cerca del 40% sufren alguna discapacidad debida a problemas cardiacos e intestinales crónicos severos, causando cerca de cincuenta mil muertes al año, a pesar de esto hace mas de 40 años que no se han buscado nuevos tratamientos para tratarla Además, durante los últimos quince años del siglo XX, los únicos dos medicamentos conocidos para su tratamiento fueron dejados de producir al no ser rentable su comercialización. La explicación más sencilla de porque a diferencia del zika esta enfermedad permanece en el olvido, se puede entender al conocer el nombre coloquial con el que se conoce a la enfermedad de chagas: “la enfermedad de los pobres”.


El mayor ejemplo del sistema mercantilista bajo el cual operan los grupos farmacéuticos, lo podemos encontrar en los llamados “medicamentos huérfanos”, estos son fármacos que por ser útiles solo para enfermedades muy poco comunes, no fue redituable su producción, hasta que recientemente las farmacéuticas encontraron una forma de beneficiarse de ellos al venderlos a precios inconcebibles a los sistemas de salud pública. En lo que a México respecta, en el año 2014, la Secretaria de Salud Pública gastó 1,200 millones de pesos a la compra de fármacos huérfanos para atender a no más de 400 personas. Tal es el caso del ECULIZUMAB, único fármaco conocido para el tratamiento de la hemoglobinuria paroxística nocturna (un padecimiento el que los glóbulos rojos no maduran, y el paciente sufre hemorragias, se desangra y genera muchas otras complicaciones). Este fármaco tiene un costo de siete millones de pesos anuales por paciente, convirtiéndolo en el medicamento más caro que existe. Obviamente, es un medicamento destinado únicamente a quien puede pagarlo, no al pueblo en general


Es muy fácil ver las grandes crisis sociales como el maquiavélico plan de un sujeto malvado que arruina una sociedad hermosa, creer que algún presidente Snow decidió crear su propia versión de los juegos del hambre y agregó el zika para ponerle adrenalina al asunto, pero lo cierto es que su aparición, distribución y la forma en que ha sido enfrentado, no es resultado de un plan puesto en marcha en las grandes esferas. Todas estas actitudes más certeramente obedecen a una estructura económica y política que antepone la productividad, las ganancias y el manejo político (e incluso elitista) a la salud de la población y que tiene secuestrado en una inercia de costo-beneficio el legado científico de personajes como Luis Pasteur o Alexander Fleming, que intentaron poner sus grandes descubrimientos médicos al servicio de la humanidad y no del capital. Nunca habían sido más ciertas las palabras de Adam Smith cuando decía “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”.


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