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NUEVOS AIRES POR AMÉRICA LATINA.

Nuevos Aires por América Latina.


El inicio del siglo XXI en América Latina trajo para la mayoría de la región una serie de cambios del orden político y económico importantes cuya trascendencia aún está por escribirse en la historia de la humanidad (o algo así). Los gobiernos nacidos como respuesta al modelo neoliberal impuesto a la región sufren hoy día una crisis que amenaza con derrumbarlos hasta los cimientos, es preciso entonces recapitular cual es la importancia de estos gobiernos antineoliberales, por qué surgieron y por qué atraviesan tremenda crisis.


La década de los años 90 llegó con el “consenso de Washington”: la caída de muro de Berlín y el desmoronamiento de la URSS y el bloque socialista (los comunistas/come niños), dieron al bloque de países capitalistas (E.U. y Europa occidental) la hegemonía sobre el mundo. La guerra fría había terminado y con ella el miedo a que la humanidad pereciera en un conflicto nuclear, un nuevo sistema económico se impondría a sangre y fuego en el nuevo mundo libre de las dictaduras comunistas, el mundo paría al hijo bastado de la explotación y el saqueo: el neoliberalismo.


En América Latina (de México pa´bajo) los gobiernos “democráticos” se alinean inmediatamente con los designios de EUA (a eso es lo que llamamos imperialismo) y abren sus economías a las inversiones extranjeras, lo que trae como consecuencia que se vayan al carajo las de por si frágiles economías de la región. Empresas nacionales son privatizadas (vendidas por tres pesos a empresarios extranjeros), la gente pierde sus empleos, los salarios bajan, los productos de consumo básico suben, los ricos se vuelven obscenamente ricos, los pobres se vuelven miserables, y todo por que a alguien se le ocurrió que si la lógica del mercado regulaba todas las esferas de la vida humana automáticamente éstas se equilibrarían y llegaría la igualdad plena; obviamente, ése alguien estaba drogado. Lo que en verdad sucedió fue que los índices de desigualdad a nivel mundial se dispararon y las grandes potencias del mundo aprovecharon para ahondar el saqueo y la explotación que desde hace mucho ejercen sobre los pueblos “atrasados” (entiéndase países como México).


¿Pero por qué nadie hizo nada? En primera instancia, por que las izquierdas tradicionales del mundo (mundial) seguían deprimidas porque su gran foco de inspiración, la URSS, se había desintegrado, y las que quedaban se estaban mandando a la friendzone las unas a las otras; además la ideología de éstas fuerzas sociales había sido golpeada hasta por debajo de los dientes, se propagó una serie de mitos sobre los gobiernos comunistas que en términos generales decían que estos regímenes coartaban las libertades, violaban los derechos humanos, generaban gobiernos totalitarios y creaban monstruos come niños. No, en serio: hubo una época en la que corría el mito de que en ciertos países orientales, los comunistas se comían a los niños crudos. Neta. (Como hace poquito, que se inventaron que en Corea del Norte ejecutaron a un tipo con una batería de misiles anti-aéreos. Hardcore.)


Aunado a esta situación, el poder de los grandes medios de comunicación se había reforzado y expandido, de modo que la gente todos los días era (y es) bombardeada por mensajes y propaganda que les dice que (por alguna extraña razón) el sistema neoliberal es el más chingón para vivir, y lógicamente la gente se traga esas mentiras y como dijo Joseph Goebbels (ministro de propaganda Nazi): “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Los pocos grupos que casi por obra del espíritu santo se manifestaron en contra del nuevo sistema neoliberal, fueron en primera instancia tachados de locos y en segunda presos o muertos por los gobiernos.


De ese modo es que el neoliberalismo se impuso a base de televisión y sangre en nuestros países. En México un orejón con doctorado (comúnmente ligado al cártel de los chupa cabras) tuvo una visión: generar un acuerdo a nivel internacional para eliminar las pocas pero aun existentes barreras que protegen a la economía nacional. Éste orejón presidente de México se llama Carlos Salinas de Gortari, él promueve la idea de firmar un Tratado de Libre Comercio con EUA y Canadá, porque claro, lo más inteligente que puede hacer una economía pequeña frente a dos gigantes del orden mundial es abrir de par en par sus puertas. Es como si un enclenque de 18 años decidiera ir a jugar rugby con un equipo inglés profesional, creyendo que lo más sensato es ir sin protección alguna en la entrepierna. México entonces se convierte en un país modelo para todo el mundo y el formato de tratados de libre comercio se expande por todo el orbe.


Gringolandia, que no es para nada un país ambicioso, decide impulsar tratados de libre comercio con todos los países que se dejen, pero quiere más, decide impulsar entonces un tratado de libre comercio para todo el continente Americano, este proyecto se va a llamar Área de Libre Comercio para las Américas o ALCA (para más rápido). Recordemos que los mayores beneficiados por el ALCA iban a ser los Estados Unidos, y los más perjudicados serían los pobres del continente, o sea… casi todo el continente. Así llegaba el 2005, año en que se celebró la IV CUMBRE DE LAS AMÉRICAS, donde los presidentes de todos los países del continente decidirían si se ejecuta (literal) o no el ALCA. Al final se votó por el No, y es que algo ya había cambiado en Latinoamérica, el poder omnímodo de EUA había sido cuestionado y comenzaba una nueva década de cambios.


A finales de los años 90 del siglo XX y principios del siglo XXI, a lo largo y ancho de América Latina, comenzaron a tomar relevancia una serie de movimientos sociales que sin programa fijo o desarrollo intelectual concreto se manifestaron en contra de los distintos gobiernos neoliberales, esto sucedió porque como ya se mencionó antes este modelo económico significó la ruina para las economías locales, además dichos gobiernos tuvieron una sello de corrupción y nepotismo que llevó a la gente a tomar las calles pidiendo la renuncia de presidentes y el cambio de rumbo en la política nacional. Producto de dichas movilizaciones, que en más de una ocasión fueron cruelmente reprimidas por los gobiernos en turno, surgieron nuevos gobiernos que buscaron terminar o por lo menos mediar con las nefastas consecuencias del neoliberalismo. Estos gobiernos fueron los de Néstor Kirchner en Argentina (2003), Luis Ignacio Lula Da Silva en Brasil (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2005), Hugo Chávez en Venezuela (1999), Evo Morales en Bolivia (2006) y Rafael Correa en Ecuador (2006), por mencionar sólo a algunos.


Los nuevos gobiernos latinoamericanos comenzaron una serie de reformas en sus respectivos países cuestionando (no siempre eliminando) la economía de libre mercado y creando estados (o refundándolos) asistencialistas, es decir estos gobiernos crearon agendas de gobierno donde lo primordial fue dar asistencia a los grupos más vulnerables de la sociedad (ósea los pobres), sus políticas públicas fueron bien recibidas y un gran apoyo popular se manifestó con respecto a estos gobiernos. De igual manera estos gobiernos diversificaron a sus miembros comerciales buscando nuevas oportunidades de intercambio con países como China o Rusia que en esos momentos experimentaron un fuerte crecimiento económico. Esta situación por supuesto desagradó a Estados Unidos y a las oligarquías locales, que vieron truncados sus sueños de ser amos y señores del continente americano; solo algunos peleles como el gobierno colombiano o el mexicano se mantuvieron fieles al amo y señor del norte (Gringolandia, no Winterfell).


Los grupos oligárquicos en Brasil, Argentina, Venezuela, etc., se mantuvieron a la expectativa, refugiándose en sus antiguos espacios políticos (fundamentalmente los grandes medios de comunicación), desde donde buscaban minar los nuevos gobiernos progresistas de América Latina, haciendo propaganda negativa contra dichos gobiernos a nivel internacional y buscando formas para derivar dichos gobiernos, muchas veces llegando a intentar golpes de estado (Venezuela 2002) o preparando grupos subversivos (de corte terrorista) con la ayuda de los defensores de la libertad y los derechos humanos: los Avengers (EUA).


Si bien estos nuevos gobiernos progresistas lograron un gran respaldo popular y en muchos casos se autonombraron como de izquierda (“nueva izquierda” o “socialismo del siglo XXI”. lo que sea que signifiquen ambos términos), es necesario entender qué tan de izquierda son realmente. En primera instancia es preciso remarcar que la izquierda en el siglo XX estuvo fuertemente ligada a la idea de comunismo, esto es, que la izquierda se agrupaba en un partido (comunista) y buscaba tomar el poder (generalmente de forma violenta) para edificar un estado socialista que expropiara los medios de producción (las fabricas, la tierra, los bancos etc.) de manos de los capitalistas o propietarios privados y pasaran al pueblo; no todas las izquierdas funcionaban exactamente bajo esta lógica pero en términos generales esa era la idea de izquierda en el siglo XX. Pero para las nuevas izquierdas del siglo XXI, la lógica cambia porque ya no existe la noción de partido como fuerza dirigente de la revolución, sino que existen los movimientos sociales organizados en asambleas completamente horizontales y que aspiran a llegar al poder por medio de las elecciones (así es, les dio por ser hippies en su máxima expresión), y es a través también de esta plataforma política como se logra el cambio en las formas estatales, de modo que el referéndum y las asambleas constituyentes son las grandes herramientas de estos gobiernos.


Esta forma de hacer política fue muy efectiva durante los primeros años de existencia de dichos gobiernos, pero no logró terminar con las derechas. Por el contrario, y peor aún, se les cedieron ciertos espacios del orden público para así presentarse como “auténticamente democráticos”, pero como ya vimos las derechas se fueron reorganizando y cada vez más fueron ganado elecciones hasta convertirse en “la oposición.”


Estas nuevas “oposiciones”, impulsadas y financiadas por EUA, esperaron un momento en el cual saltar a la palestra del juego político para terminar con las nuevas izquierdas latinoamericanas y revivir el proyecto neoliberal en toda la región, y es en el tiempo presente que la oportunidad se ha presentado con mayor claridad. Esto porque los gobiernos de Cristina Fernández (viuda de Kischner) en Argentina, Nicolás Maduro (viudo de Chávez) en Venezuela, Dilma Rousseff (heredera de Lula) en Brasil y Evo Morales en Bolivia en los meses recientes han sufrido catastróficas derrotas electorales y han tenido que enfrentar protestas en contra de sus respectivos gobiernos. En Argentina el Kischnerismo fue derrotado en noviembre de 2015 cuando el candidato de centro derecha Mauricio Macri venció al candidato (protegido de Cristina) Daniel Scioli. En Venezuela el chavismo perdió la mayoría en el congreso y desde ahí la oposición ha pedido la destitución de Maduro y una nueva asamblea constituyente. En Brasil el gobierno de Rousseff ha tenido que enfrentar desde hace un par de años movilizaciones masivas que piden su destitución, a esto se suma que hace poco más de un mes el expresidente Lula Da Silva fue detenido e interrogado por la policía brasileña. En Bolivia, Evo Morales perdió las votaciones de un referéndum de consulta para aprobar un cambio constitucional que le permitiese reelegirse por tercera vez (así es a estos nuevos paladines de la “democracia” les encanta reelegirse o nombrar a sus sucesores).


Pero, ¿por qué estos gobiernos van perdiendo legitimidad? Bueno, las causas son diversas y cada país tiene dinámicas internas que lo explican, no es este el momento para ahondar en cada una de ellas, por falta de espacio y porque, también tengo una vida además de escribir sobre política. Lo que en términos generales se puede decir es que, en el caso de Venezuela, la caída en los precios del petróleo, el desabasto al interior del país (producto de las políticas terroristas de la oligarquía local) la inflación y la muerte de Hugo Chávez en 2013 (dejando al más inepto de sus colaboradores como su sucesor) han hecho que la oposición se fortalezca. En Argentina y Brasil los escándalos de corrupción en el gobiernos, el endeudamiento de los estados, además de la desaceleración China (país que se convierto en el mayor socio comercial para ambos países) han causado un malestar generalizado en las sociedades de ambos países castigando en las urnas al Kischnerismo y volcando a las calles a la población en el caso de Brasil. En Bolivia, a pesar de que Evo es un presidente de ascendencia indígena (en un país predominantemente indígena) y de manejar un discurso político indianista y decolonial (llegando incluso a voltear las manecillas del reloj del palacio de gobierno) sus políticas de gobierno no han terminado con los privilegios de la clase oligárquica tradicional (de raza blanca) y en más de una ocasión ha optado por sacrificar los intereses de las clases indígenas a favor de intereses incluso ajenos a los de la nación, es el caso de la carretera del TIPNIS, que cruza un territorio sagrado indígena y que beneficiará a Brasil directamente.


Negocios son negocios, eso es algo que tienen muy claro las nuevas izquierdas latinoamericanas, porque si bien estos gobiernos proclaman el resurgimiento de la patria grande bolivariana y la lucha anticolonial y antiimperialista, Venezuela sigue dependiendo de la renta petrolera que le provee EUA, Argentina y Brasil han expandido el agronegocio de la soya para abastecer a China (sometiéndose al imperio asiático), lo cual ha tenido grandes consecuencias en su mercado interno y ha generado un gran impacto ambiental negativo, Ecuador y Bolivia permiten la instalación de grandes mineras transnacionales que utilizan mano de obra indígena y hasta infantil, además de causar severos daños al ambiente.


Es necesario aclarar nuevamente que los gobiernos a los cuales nos hemos venido refiriendo en este breve texto no son la desgracia de la región, pero están muy lejos de ser la solución a sus problemas. Claro, no sin ni tantito tan nefastos como los gobiernos de México, Colombia o Perú, que no solo no han cuestionado el modelo neoliberal sino que lo han desarrollado junto con una política interna militarista, en la cual si no te mueres de hambre te mata un militar o un sicario o un militar sicario. Como ya mencionábamos, estos gobiernos (los de la nueva izquierda latinoamericana) han reducido las desigualdades al interior de sus países, han recuperado derechos que el neoliberalismo convirtió en servicios (educación, salud, vivienda, etc.) han creado instituciones a nivel regional que rompe con la dominación absoluta de EUA y sus grandes instrumentos de control global como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (alias luz bel), ejemplo de ello es el ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América) UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe) entre otros.


La gran deficiencia de estos gobiernos fue que no lograron construir economías autosuficientes que superaran la condición de dependencia que han tenido todos los países de esta región prácticamente desde su independencia. Si acaso, cambiaron de amo, pero no lograron conquistar su absoluta independencia. Esta situación significó la imposibilidad de dichos países por eliminar las carencias en sus sociedades, a esto se sumó la reorganización de las derechas que se valieron de formas legales e ilegales para minar el poder de los nuevos gobiernos (y la tibiez con que se combatió dichas subversiones), más el acoso constante de EUA, todo ha llevado a la crisis de estos regímenes. ¿Qué tan pronto saldrán de dicha crisis estos gobiernos, si es que salen? No lo sabemos, solo esperamos que tengan la capacidad de autocritica para cambiar el rumbo que han tomado, el cual no los ha llevado más que a un atolladero, dejar de lado el idealismo y la palabrería para dar cuenta de la realidad concreta, realidad que se torna cada vez más grave con la amenaza (cada vez mas latente) de la llegada de un ser despreciable como lo es Donald Trump a la Casa Blanca.


Conclusión: El invierno se acerca, todo valió madres.


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